¿Y no es acaso su existir una quimera? Todo lo que no tiene es sencillo de alcanzar, su solución se basa en tapiar los ojos y tolerar que todo se desmorone eternamente entre lo real y lo que no, la ficción de un deseo...

Sunday, October 14

Sin respuesta.

¿Saben cuál es el problema?
Que me despierto, sin patriotismo alguno y me lavo las lágrimas con el jabón barato del hipermercado cercano.
Y mi día a día, salvando vidas,
mi vida,
no es más que el apático reflejo de un sueño roto, transformándose en odio social. 
Y cuando vuelvo a mi cama, al cerrar los ojos, al pasar la página, nada ocurre.

Nada pasa.
Pasan las horas, pasan las canas
y no siento nada.
¿Saben cuál es mi problema?
La empatía infinita.
Entonces veo morir un ser anclado a una cama,
o a un gotero exhausto.
Veo desaparecer sus espíritus,
como algo normativo y banal.
Y veo también la mano que le rozaba cuando la fiebre subía, los oídos que una vez besó y ahora reciben el disparo del “su vela se apagó”.
[“Hicimos lo que pudimos” está mal visto por el paternalismo que arrastra consigo.]
Empleo lustros llorándole a un amor que ni tan siquiera fue mío.
Y cuando vuelvo a mi cama, al cerrar los ojos, al pasar la página, todo ocurre.
Todo pasa.
Pasan las horas, las lágrimas
y me duele el ánima.
Imagínense perder al amor de su vida, el dolor henchido en el alma.
El boquete, el roto, el agujero negro,
el aplastante olor a incapacidad, la estela de muerte, los pensamientos suicidas, el no poder seguir hacia delante.
Por alguien que ya no volverá. Jamás.
Y se me parte en dos el pecho,
no por quien ya expiró,
pues dejó de sentir,
con midazolam, o propofol, o morfina,
rebosándole el plasma.
Sino por quien permanece en esta vida sucia,
sin la fracción que le complementaba.
He visto su mirada clavada en mi mirada,
pidiendo, quién sabe,
si perdón o explicaciones...
Y sólo he podido agachar la mía,
salir de la habitación y
volver a mi casa...