Cómo puedo acabar con este dolor, oh dios, si existes; arráncame el jodido pecho y házmelo pedazos. Oh por favor, no hay cura para esta fría agonía que me separa cada día más de lo que es material. Y quiero morir entre unas manos que no ofrecen mas que metros entre mis opacas pupilas. Y quiero despertar hundida en el mar de unos brazos que son pedazos de una muerte carnal y humana. Algo que me odia más allá de lo nunca creído por otros tipos de hombres. ¿Fui yo su Eva? DIME DIOS. ¿LE CASTIGUÉ MáS QUE SU PROPIA CONDUCTA Y LE AMÉ TANTO QUE CAMBIÉ SU LEY MORAL? DIME, DIOS.
Convulsiono en esta cama de espinas que yo misma me he creado y le amo. Dios, le amo. Y le amaré, aunque se sequen los mares, aunque ya me hayas matado y él ya ame a otra mujer.
¿ERES YA LEYENDA, HOMBRE ABSOLUTO? Ya te cansaste de mi piel. Y te avisé. te dije mil veces que mi corazón era el Hitler de la ejemplificación sentimental.
¿Pero sabes qué, dios de mierda? Que sigo viva en este puto zulo que ójala creases para mí. Y me escondo en el invierno más solitario y amanezco con los ojos igual de negros. Que si ya tu Adán no siente nada, fue mi entera culpa por creer que me diste el don de amar. Prepara la máscara y abastéceme de soledad... Y si algún día te pide regreso; tengo lencería sin estrenar y unas sábanas que huelen a lavanda y mar...
