¿Y no es acaso su existir una quimera? Todo lo que no tiene es sencillo de alcanzar, su solución se basa en tapiar los ojos y tolerar que todo se desmorone eternamente entre lo real y lo que no, la ficción de un deseo...

Sunday, September 6

60

La enfermedad es un hecho. Tratan de mitigar el dolor, que es parte del eterno ciclo de conmoción humana, como si ella no supiera quién domina en un cuerpo cansado de esperar. Es una obra ya escrita, y ella analiza el guión. Así que, cada noche le rezo, a la dolencia, en un agradecimiento inaudito. Gracias a la enfermedad por hacerme nacer, sacarme, como se rompería una bolsa uterina, de la estúpida ignorancia que solo provoca la autoconsumición. El desconocimiento sólo es el primer estadio de la no recuperación. Nunca jactándome de no comprender nada de lo que a mí alrededor toma forma. ¿Cómo explicarle a un mundo que no acepta que la enfermedad es un hecho, que te mueres?

Un día despiertas; y decides caminar despacio, pensar a prisa y callar. Disfrutar, como está establecido por los roles de una sociedad antinatura, de los pequeños momentos, de las efervescentes sonrisas, los besos espontáneos tumbados en una cama después de charlar sobre la política y películas, o ambas mezcladas.Todo con café. Te resulta más fácil llorar, cuando nunca has sido capaz de hacerlo, porque la enfermedad está contigo y te insta a ello. El “todo irá bien” se trasforma en la única afirmación posible, está pegado al cabecero de tu cama. La lucha es para valientes, dicen. La ingrávida lucha ¿contra qué? Y tras esto, llegan los silencios, sin tensiones, sin cicatrices, negros, porque has decidido dedicar tu vida a estudiar el hecho que supone la enfermedad. Qué bien que existo para detallarme. Sin embargo, he visto ojos tomarse la afección como una opción, un puente, la oportunidad de una nueva etapa. También me he imaginado estrellas dilatarse en el fin de su hidrógeno, combustionar. Y a mi, muriéndome, porque la enfermedad, sólo es un hecho.

Friday, September 4

Alicia ganó.

Recuperé horas de vida rellenando las llagas supurantes con otros nombres, diferentes voces, nuevos olores. Y acabé amaneciendo en esta cama, mirando la ventana, viendo al viento vencer al verano. La continua brisa que todos tanto ansían, de un aire al que califican de nuevo, cuando es el mismo de ayer, que me sacude las pestañas una a una. Decido no preocuparme de quien esté a mi lado, mientras esté. 
Hay algo que me hace sonreír, pero no me deslizo entre las sábanas en su busca. Entre unos valientes giros y otros, si no me agrada aquello que observo me levanto y busco la calma en esas hojas que desprendió la lucha eterna. Fuera de este desconocido colchón hay una esperanza que me prende llamas, tanto que siempre hay un hombre detrás preguntando si llevo fuego. Ya no sé si es el mismo. Las horas. 
Peores lunas que esta han iluminado ojos más tristes a mi lado, pienso en la existencia y todos esos hechos tan transcendentales. Si alguien me toca la espalda suelto un gruñido suave, entre animales, camuflo esta cordura reservada para noches más vacías. ¿Y lo último que oigo? Cuando quieras llámame.