Yo la veo blanca, pura, frágil, membrada en miles de pelos níveos y diminutos.
¿Quién no ha soñado nunca con la paz?
Me tocaba la cara, en un instante sentía el cosquilleo de esa misteriosa forma ajena a mi. Y me gustaba imaginar en el momento y dejar de pensar en todo lo que viene detrás. Olvidé y olvidé y olvidé... Mi nombre, mi ciudad, el olor de la calle mojada, un bar, cualquier bar... Desconocía tu sonrisa también. Estaba encerrada dentro de mi, pero una fuerza percutía y rebotaba entre las paredes de mi pecho, y empujaba, y arañaba el corazón hasta escupirme de nuevo. Yo. Naciendo desde lo mas profundo de mi ser, sólo veía la pluma, que seguía cayendo, entre lo sombrío y bordeada por la luz, con el estilo de un galgo afgano al caminar.
¡Y si estoy muerta fuera, que venga la luz ya! Suplico a esa presencia que me deja divagar así que me saque de dentro pues me puede el cansancio, la sal de mis ojos y despertar cada mañana y contemplar como ese destello que se supone me mantiene viva, no es mas que una ínfima parte de lo que vi brillar aquella noche dentro de mi razón. Porque si creen que solo soñamos con lo que existe, espero que todo sea legítimo y real.
Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió. Dios vio que la luz era buena y separó la luz de las tinieblas; y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas.
Y nada soy yo.
Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió. Dios vio que la luz era buena y separó la luz de las tinieblas; y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas.
Y nada soy yo.