¿Y no es acaso su existir una quimera? Todo lo que no tiene es sencillo de alcanzar, su solución se basa en tapiar los ojos y tolerar que todo se desmorone eternamente entre lo real y lo que no, la ficción de un deseo...

Monday, October 24

Eso que me atrae de ti no sé lo que es,
no sé lo que tienes, pero quiero que me des,
es inevitable, tu figura me llama,
luces sana, tu dulce mirada me reclama.
Quiero conocerte a fondo,
contarte las cosas que me ponen cachondo,
besarte como un adolescente ardiente,
quiero hincarle el diente a tu culo redondo.
Sexo en la primera mirada,
era el postre que se adivinaba,
yo te di lo mejor de mí,
tú te esforzabas en que se te notara,
que yo te molaba, está decidido,
hoy te abres para mí, quieres sexo conmigo,
y yo bendigo mi suerte, qué fuerte,
consigo que me lleves a tu piso contigo,
y voy a verte desnuda, y a comerte cruda,
a gozar tu arte, a mojarte, a probar todas tus texturas,
a compartir locuras, posturas, torturas duras,
tu boca es la droga más pura,
siento el lento movimiento de tu lengua recorriendo mi clavícula.
Drogao' por el deseo sexual,
dulce mujer super sensual.
Sentí que era calor, no cuerpo,
tan caliente y tan contento,
embriagadas mis pupilas de ti,
en tus bragas mojadas mis dedos metí, feliz
sentí los vapores de tu cuerpo, en mi nariz,
y seguí con esa pierna,
espeleología, en una entrepierna que me acogía,
celebrando el día, de las puertas abiertas.
Sí nena, estás en manos expertas,
no, no sabes bien lo bien que sabes,
tú haces fantasías realidad,
vamos a unir nuestras dos mitades,
mitad y mitad, mitad y mitad...




Eso que me atrae de ti ya sé lo que es,
o es que no te ves, tu eres bonita de cabeza a pies. 
Tú eres Afrodita llena de poder,
quiero darte lo que necesitas, voy a recorrer,
todo tu perímetro, centímetro a centímetro,
voy a decírtelo, es tan de mi gusto
este género, tienes lo que busco,
justo lo que quiero yo, ya vamos a cabalgar,
no te impacientes, quiero ver tu habitación,
otro ambiente ¿es la ventilación o la calefacción?
Te hago una revelación; estoy muy caliente,
lo tuyo no se enfría, yo lo pongo a tono,
tengo buena puntería mientras te lo como,
acciono, fricciono, succiono con alegría,
esta coreografía confecciono.
Tu cuerpo es el sueño de algún dios
de algún mundo lejano aún, 
te hago esta pequeña observación,
antes de ponerme el condón 
y empezar con el pum..
pum, pum, ca, pum, pum,
pum, pum, ca, pum, pum,
pum, pum, ca, pum, pum,
pum... ¡Qué maravilla!
No hidráulico, sí mágico,
sí rítmico, íntimo, idílico,
no rígido, ni insípido,
sí físico, sí animal y acrobático,
pienso mientras te agachas:
¿Por qué lo llaman el perrito si es a gatas?
Tú eres la leona, yo me siento el rey,
más bien un buey empujando una vaca.
¡Hey! Sondeo el bombeo
y compruebo que golpeo al tempo de tus jadeos,
me entrego, accedo al juego, va,
méteme un dedo, enséñame esos trucos nuevos.
Voy a estallar, esto está ya, 
no hay vuelta atrás, vamos pa'ya,
juntos en la misma explosión sexual,
se oye ya la orquesta que anuncia el final...
Éxtasis, viaje astral, segundos de muerte,
un dios lejano se acerca y sonríe al verte,
dos cuerpos caen rendidos sobre el colchón,
y en aquel silencio todavía en trance...
Semidormido, me quedé en aquella almohada,
soñaba que te masturbaba,
y la verdad, que no tengo dónde ir,
nena, puede que me quede a dormir, 
porque no sabes bien lo bien que sabes,
tú haces fantasías realidad,
vamos a unir nuestras dos mitades,
mitad y mitad, mitad y mitad...



Javier Ibarra.

Thursday, October 20

Estoy bien, gracias por no preguntar.

La nieve de tus párpados aun me roza la tez. Formas parte de mi patrimonio corrompido, de mi ser, y de nada valdrán las insignificantes luchas que amenazan al temor o a las feas costumbres, a las que oigo reir sarcasticamente ante el eco de la voz superación. Porque seguirás, para siempre, anclada en mi piel.

En multitud de ocasiones he creído, o afirmado mejor, que mis pensamientos son aquellos que avasallan las mentes de los que un día deciden quitarse la vida. Un repiqueteo constante de cuestiones ilimitadas, se despiertan contigo al llegar la mañana y conforman tristemente tus abrazos diarios, pues llevan a preguntarte si esa es la muestra de cariño que te ofrece la vida, el razocinio.
No es fácil asumir la verdad sobre tu comportamiento, no son fáciles los diagnósticos, el movimiento que realizó tu madre para llevarse las manos a la cabeza,  tu padre cabizbajo apagando la mirada musical que antes os unía, tus compañeros arrancándote en cada trágico despertar las ponzoñosas sabanas de encima, es complicado saber que tu mundo al completo esta en su interior. Esperas que termine pronto, confías tanto en ese poder de convicción que, sin embargo, desconoces que es ahora el hálito de tu vida. Se eterniza el mundo entre tus hombros, recuerdas la velocidad del pasado, la ligereza de un planeta que te abria celestialmente sus puertas, el paso de la ingravidez a la ataxia, pues actualmente apenas puedes arrastrar los pies para alcanzarte, a ti misma. Los meses se acumulan en un edredón cubierto de sudor, y sabes que la mejoría no esta por llegar. Todo tu mundo a cámara lenta. Atrapada entre las costuras que un día te oyeron gemir, tornas tu cuerpo en otra dirección, ¿quizás deseando que la veleta de tu vida se mueva contigo? Pero hay un peso anclado en los tarsos de tus párpados y este hunde tu cuerpo hasta avernos aun no descubiertos. A menudo, escuchas en tu mente el rezo ligero, sordo, casi visceral, para que alguien te devuelva las ganas de comer. Aquellas nimiedades que elevaban las comisuras de tus labios y se mecían en tus pestañas, ya no levantan ni la mas mínima de tus pasiones. Despiertas bañada en interrogantes sobre cómo o para qué continuar intentándolo si el todo y la nada han dejado de merecer motivación. Nada requiere tu sonrisa. Todo está roto. Tampoco posees tiempo para alimentarte, para desear o si quiera llorar, suplido por el infinito camino del sofá a la cama, de la cama al sofá, lento, grácil, infinito. Llevas meses creyendo que se trata simplemente de un mal día, que se hizo eterno, dejo de girar, y la tuerca, el engranaje, tornará a mejores tiempos; porque mereces el mal, el castigo, pero no la sentencia de dios. Interminable, como un grillete que te ancora al infierno terrenal. La misma triste cancion que disminuye tu ánimo atascada en el repeat, en un atisbo de masoquismo justificado, porque ya nada puede ir a peor, un continuo patológico de desastrosos hechos que simplemente no puede desaparecer. La anhedonia, la culpabilidad, la disergia o la incapacidad. Te preguntas, cómo, siendo el principal motivo del ser humano el sentirse amado, podría sucederte a ti, incapaz de querer tus propios bordes. Quién elegiría caminar contigo cuando demoras horas infinitas para tomar la ruta, y una vez vivida, berrea en ti la eterna cuestión sobre si fue lo correcto. Estoy harta de fingir, hastiada del tiempo, del ser humano, de poseer sólo el recuerdo de una mirada que nunca mas me besará las cuencas. Cansada de sobrevivir.

Hasta que de repente, en un espasmo dinámico, alzas tu cuerpo en busca del mundo exterior. Lo denominan alegría patológica, porque el cambio de piel es injustificado y fugaz; ansias volar, reír, y disfrutas cada nimiedad como si el mundo entero diese vueltas a su alrededor, y el entorno, que antes se preocupó desmesuradamente por tus llantos secos, ríe ahora contigo.
Eres una montaña rusa de explosivos, lo que nada entre tus vértices se adapta a la transformación alterna de tu alma, la metamorfosis de Ovidio hecha carne. Te ves repleta de todo; alguien que te agarre las nalgas y te susurre, dinero suficiente y la inteligencia precisa como para no saltar al precipicio, que antes se imaginaba inefablemente oscuro. Mirarte al espejo y sonreír. La plenitud, la satisfacción y el climax. Llorar con el beso de una madre a su más preciado apéndice. Es una nube. Es un día soleado todos los días. Y por las noches fantasear con el cronómetro a cero. Besar sin miedo. Besar con ganas. Enamorarte de una, de dos, de tres almas, e idealizarlas hasta vomitar. Viajar es nutrientre, con sus inmensos parajes, las nuevas caras, las conversaciones absurdas en la carretera, preguntas inmortales que nunca te atreviste a realizar, ver el Sol nacer en cada una de sus perspectivas, el mar desde lejos, o desde sus adentros. Llora por reír. Y piensas: "Ojalá nunca se acabe este abril".

No es fácil asumir la verdad sobre tu comportamiento, no son fáciles los diagnósticos, el movimiento que realizó tu madre para llevarse las manos a la cabeza,  tu padre cabizbajo apagando la mirada musical que antes os unía, tus compañeros arrancándote en cada trágico despertar las ponzoñosas sabanas de encima, es complicado saber que tu mundo al completo esta en su interior. Esperas que termine pronto, confías tanto en ese poder de convicción que, sin embargo, desconoces que es ahora el hálito de tu vida. Se eterniza el mundo entre tus hombros, recuerdas la velocidad del pasado, la ligereza de un planeta que te abria celestialmente sus puertas, el paso de la ingravidez a la ataxia, pues actualmente apenas puedes arrastrar los pies para alcanzarte, a ti misma. Los meses se acumulan en un edredón cubierto de sudor, y sabes que la mejoría no esta por llegar. Todo tu mundo a cámara lenta. Atrapada entre las costuras que un día te oyeron gemir, tornas tu cuerpo en otra dirección, ¿quizás deseando que la veleta de tu vida se mueva contigo? Pero hay un peso anclado en los tarsos de tus párpados y este hunde tu cuerpo hasta avernos aun no descubiertos. A menudo, escuchas en tu mente el rezo ligero, sordo, casi visceral, para que alguien te devuelva las ganas de comer. Aquellas nimiedades que elevaban las comisuras de tus labios y se mecían en tus pestañas, ya no levantan ni la mas mínima de tus pasiones. Despiertas bañada en interrogantes sobre cómo o para qué continuar intentándolo si el todo y la nada han dejado de merecer motivación. Nada requiere tu sonrisa. Todo está roto. Tampoco posees tiempo para alimentarte, para desear o si quiera llorar, suplido por el infinito camino del sofá a la cama, de la cama al sofá, lento, grácil, infinito. Llevas meses creyendo que se trata simplemente de un mal día, que se hizo eterno, dejo de girar, y la tuerca, el engranaje, tornará a mejores tiempos; porque mereces el mal, el castigo, pero no la sentencia de dios. Interminable, como un grillete que te ancora al infierno terrenal. La misma triste cancion que disminuye tu ánimo atascada en el repeat, en un atisbo de masoquismo justificado, porque ya nada puede ir a peor, un continuo patológico de desastrosos hechos que simplemente no puede desaparecer. La anhedonia, la culpabilidad, la disergia o la incapacidad. Te preguntas, cómo, siendo el principal motivo del ser humano el sentirse amado, podría sucederte a ti, incapaz de querer tus propios bordes. Quién elegiría caminar contigo cuando demoras horas infinitas para tomar la ruta, y una vez vivida, berrea en ti la eterna cuestión sobre si fue lo correcto. Estoy harta de fingir, hastiada del tiempo, del ser humano, de poseer sólo el recuerdo de una mirada que nunca mas me besará las cuencas. Cansada de sobrevivir.

Hasta que de repente, en un espasmo dinámico, alzas tu cuerpo en busca del mundo exterior. Lo denominan alegría patológica, porque el cambio de piel es injustificado y fugaz; ansias volar, reír, y disfrutas cada nimiedad como si el mundo entero diese vueltas a su alrededor, y el entorno, que antes se preocupó desmesuradamente por tus llantos secos, ríe ahora contigo.
Eres una montaña rusa de explosivos, lo que nada entre tus vértices se adapta a la transformación alterna de tu alma, la metamorfosis de Ovidio hecha carne. Te ves repleta de todo; alguien que te agarre las nalgas y te susurre, dinero suficiente y la inteligencia precisa como para no saltar al precipicio, que antes se imaginaba inefablemente oscuro. Mirarte al espejo y sonreír. La plenitud, la satisfacción y el climax. Llorar con el beso de una madre a su más preciado apéndice. Es una nube. Es un día soleado todos los días. Y por las noches fantasear con el cronómetro a cero. Besar sin miedo. Besar con ganas. Enamorarte de una, de dos, de tres almas, e idealizarlas hasta vomitar. Viajar es nutrientre, con sus inmensos parajes, las nuevas caras, las conversaciones absurdas en la carretera, preguntas inmortales que nunca te atreviste a realizar, ver el Sol nacer en cada una de sus perspectivas, el mar de lejos, o desde sus adentros. Llora por reír. Y piensas: "Ojalá nunca se acabe este abril".

...

Sunday, October 9

Víctor.
Even when I know that's not your name.
I'm going to the doctor, next monday.
Víctor, what if I'm dying?!
I'm afraid.
Please, Víctor, tell me all these things;
my time, the pain, the flames,
are not just in my head...

Víctor.
Aunque sé que ese no es tu nombre.
El lunes me dicen si me muero
y tengo miedo.
Dime, Víctor,
que no aparecerás en la sombra de mi médico,
que todo esto que siento;
el tiempo, el llanto, el fuego,
durarán más que este momento...

I called the death Víctor,
in honour to my biggest fears,
the only woman and the only man
who made me break in tears.

Victor, I'm loosing my mind.
I beg you, give me just a sign,
need to know there will be another night,
more time.
Víctor, will the sun shine?
Is this because of my sins?
Will I be able to end this rhy

Saturday, October 8

Los hombres como los tragos; me tomo uno, me apetecen dos.

Dijo aquel último
¡odio el terciopelo!
Mientras me acariciaba la piel.
¿Será esa la textura que tu aprecias?
Yo canté blue velvet, de Bobby Vinton
hasta quedarme desnuda.
Ah, no oí que emitiese ninguna otra protesta,
tampoco él tiene la culpa
de haber nacido así;
con un apéndice colgante.
El péndulo de un reloj,
pum, pum, pum, lo único que aquella noche se escuchó.
No era en mi habitación.
Mas ahora respeta el terciopelo,
no me cabe duda.
Tampoco conozco plegaria
y he pedido a dios ayuda,
para innovar la misoginia.
Cómo acabé cantando hallelujah, de Jeff Buckley...
Me pregunto.
¿Quien es él para juzgarme?
Para fumarme los tabacos,
y quién yo para pensarte
cuando este hombre yace en mi cama,
cuando todo,
todo menos yo,
marcha bien.
Somos nadie.