Resuenan las voces de mentes casi tan alocadas como la suya, bocinas lejanas, bellos pájaros fruto de una naturaleza desbordada. Oye respirar en la habitación de al lado, nuevas tecnologías en el escritorio y viejas guardadas en un cajón. Escucha atenta un reloj al que nadie soporta, un enorme ventanal abriéndose de par en par. Y sin embargo, está tan sola.
Cierra la puerta y apaga la luz, como si pudiese hacer lo mismo consigo misma. Deja la última hoja del otoño caer y busca la canción más triste del mundo estancada en el eterno "repeat", esperando ser así incapaz de oírse tan alto. Abandonada, ha olvidado quién era, apenas reconoce esa negra silueta. Dónde quedaron sus creencias e ideales, quién demolió los pilares que la sostenían. Siente que ha sufrido la contusión mas grande de su vida, la sangre palpita bajo el morado, que es todo su cuerpo. Absurdo es sabiendo que le queda toda una existencia por delante.
Tan solo me bastan unos segundos para repasar los ya aprendidos de memoria defectos que la caracterizan, nadar en un mar de baja moral que nadie o nada es capaz de depurar. Cuántas veces habrá soñado esta pobre ilusa con aguas cristalinas en las que aletear sin miedo a la oscura profundidad, rodeada de una selección de personas que le gustaría la viesen nadar. La observo cada día de manera minuciosa, a ella y a su horrible manera de ser. Es una de las peores personas que nunca he tratado, tan afligida y vacía por dentro, sin nada que aportar, sonriendo como una autentica engreída. La mayor suerte de su existencia fue pasar inadvertida para tantos, evitando un linchamiento masivo si de verdad supiesen lo que habita en su ser. Reflejada entre los cristales rotos que componen la cúpula de su vida, en ellos brilla su egoísmo en innumerables ocasiones, se piensa constantemente, le trastornan sus propios y magnificados pensamientos, los errores de un ayer nada lejano.
A veces reposa sobre una raída cama, nota los pliegues de unas sabanas con olor a lavandería industrial; para entonces comenzar a convencerse de que cerrando esos helados ojos se tornaran de oscuro todos sus problemas y se difuminaran entre el aire que también, desgraciadamente, la compone a ella y otros respiramos. Ella esta hecha de un tremebundo oxigeno, contaminado sólo con rozar el humor rojizo que la contiene. Es inmedible todo y cuanto la odio, abarca mas territorios que los inimaginables dentro de nuestro mundo, y sin embargo, soy incapaz de dejarla ir, me veo en la exigencia cada día de analizarla, enjuiciarla, maldecirla...
Detesto que emplee horas, horas y horas especulando mentalmente sobre hechos que nunca tendrán lugar. ¿Por qué esa utópica manera de pensar? Absolutamente nadie que la abandonó, porque desnudó su verdadera esencia, va a volver. Y tantos cándidos personajes trataron de hacerlo, de creer en su existencia, ofrecerle una oportunidad, aunque de manera errada pues nadie queda ya.
Hace tiempo que renunció a la confianza en el resto, al amor propio, o simplemente al creer. No es un corazón roto esculpido en carne, ni una inocente lolita cuyos hilos, aquellos que respaldaban su realidad, hubieran sido descosidos. Simplemente he concluido que es su razón, el fin que algun dios macabro le ha impuesto.
Sufre la tranquilidad, la inefable soledad, la calma que provoca el fino gusto de conocerse y odiarse a si mismo.
Y sin embargo, esta tan sola... A veces me provoca lástima pensar en ella y me inunda el atisbo de aflicción humano, tanto que quisiera romper su sentencia. Pero la odio tanto, de aquella manera masiva e incomprensible, un odio innato, pulcro, alimentado en años de concienciamiento, que simplemente se esfuma cualquier atisbo de irremediable compasión.
Te odio, Alicia, te odio mas y que nunca, con todo mi corazón.
Te odio, Alicia.
Te odio porque eres yo.
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