Me gustan las muñecas que son sólo hueso, mirarlas, me gusta y me cuesta pensar qué hay debajo de la piel.
Me pasa casi tanto como cuando pienso en el camello de Kierkegaard o en si ese Dios del que todos habláis se estuvo echando unas risas a su costa.
A veces, yo sola, de una manera casi vertiginosa, me pongo a pensar. Y no es nada fácil cuando no eres nadie en proporción al universo.
El maldito laberinto de la vida nunca nos dio motivos para encontrarnos, así, sin migas de pan ni nada, hasta que le dimos por culo. Porque decimos ser diferentes, decidí no quererte y mira como acaban las cosas; ahora la Tierra, no sería mas que tierra sin tí. Porque podría olvidarte en un segundo, borrar cada instante que disfruté "eso de ser unos labios anónimos besándote". Y no me costaría nada, no porque sea calculadamente malévola, si no porque sólo se trata de nada. Nada. ¿Lo entiendes? ¿Que es el amor? No es nada. ¿Tu ves que yo lo coja con las manos? Solo ocupas ese impulso nervioso, y no me sobran neuronas.
Pero no lo haré. Pura agonía, ¿no crees?
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