Donde se doblan las uvas
por las ramas,
hay un crujir que nadie oye;
tu ya estabas.
Suceda esto entre gemidos
de prendados animales,
en la boca de ella una uve,
ya no hay quien la calle.
Se doblan rígido las uves,
por su centro,
y se obtiene el agraz,
la inicial que te cubre.
La uve, doble,
dobla su valor de hombre,
cuando a tu apolíneo cuerpo
le pone nombre.
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