Una inocente Alicia escribió en algún mes de 2010:
Tristes o alegres,
lo demás que más dará.
De las sensaciones vividas,
del venir de aquí para allá.
Por cada paso recapacitado,
aquel naufragio de mi mar,
una parte de mi llora;
a la otra le da igual.
Emotivamente hablando,
mi agonía transcurre despacio,
viandante es la alegría,
paso adagio,
siento miedo al plagio
y al contagio de mi propia fé.
El paso al espacio contrario de mi ser.
Soy consciente de la muerte,
mas aun no se qué hacer,
cuando el alba ya no llegue
y se acerque mi perecer...
Y lo tituló La tristeza de un día alegre. Imagínense ahora.
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