estás volando y no me importa.
Es el hedor de la derrota,
¿será porque están muertas?
Nunca llame para decirte:
“Ven y recoge tus cosas”
porque quemé hasta las colchas...
Una fragancia putrefacta,
sueño con tus alas rotas
y poder cambiar las tornas,
abrirnos los deseos;
compartir las drogas,
las malas rachas.
Mis estrofas.
Engancharnos en un baile,
algo que nadie entienda,
hacer que todo tiemble
como cuando me querías
o eso decías.
Ya no busco tonterías,
sólo que con frecuencia imaginando
que en uno de nuestros golpes,
de las recaídas,
las noches mas torpes,
te abrías la cabeza.
Te daba una de esas amnesias,

y no sabrías ni pronunciar mi nombre.
Imagina cuántas tristes Alicias habría
llamando a tu puerta,
si supieran que detrás estaba el hombre
que rompió esquemas y mis días,
todas las monotonías
y sus putas armonias.
Saldría una película de mierda,
que ni el gran Bergman,
de nuestra historia.
Al menos mi corazón está que rompe,
ahora que, por si te interesa,
lo lleno de escoria.